Las bombillas tradicionales son poco eficientes energéticamente y de corta duración (unas 1.000 horas). No obstante, su bajo precio hace que sean las más utilizadas.
Las lámparas halógenas proporcionan más luz que las bombillas tradicionales, con el mismo consumo. Su vida es dos o tres veces mayor, pero su precio es más elevado.
Los tubos fluorescente duran hasta 10 veces más que las bombillas tradicionales y resultan energéticamente muy eficientes (por ejemplo, un tubo de 18 W proporciona más luz que tres bombillas de 40 W y consume la quinta parte).
Las lámparas electrónicas de bajo consumo (LBC) duran hasta ocho veces más que una bombilla tradicional y consumen la cuarta parte de energía, aunque su precio es superior.
Aprovechá la luz natural, siempre que sea posible.
Utilización de la iluminación
Para ahorrar, no tenés por qué andar a oscuras por tu casa.
Recordá que la luz proporciona seguridad. No dejes luces encendidas en habitaciones que no estés utilizando
Los fluorescentes son recomendables para lugares que necesitan más cantidad de luz y durante más tiempo, como por ejemplo en la cocina.
Encender y apagar con frecuencia los fluorescentes, acorta su vida. Por ello, no conviene instalar este tipo de luces (tubos y compactas) en sitios donde se apague y encienda la luz con mucha frecuencia.
Si vas a tener apagada una lámpara fluorescente menos de 20 minutos, es mejor dejarla encendida. Un encendido del fluorescente cada 10 minutos reduce su vida a menos de la mitad.
Si utilizás puntos de luz con pantallas, procurá que las mismas no sean muy tupidas y que se puedan limpiar con facilidad, para que no roben demasiada luz.
Si tenés iluminación exterior en su jardín, controlá su funcionamiento de forma automática mediante un programador o un interruptor “crepuscular”.